Romel era un periodista investigador del misterio, era de origen mexicano de familia acomodada lo cual le había permitido viajar por todo el mundo desde pequeño, siempre se interesó por los enigmas y misterios del mundo, tras tantos años de investigaciones y pesquisas, cayó en cuenta que muchos de los misterios y enigmas del mundo estaban relacionados más de lo que la mayoría de los investigadores podían notar.
A través de los años, Romel se había sumergido en los estudios sobre las corrientes telúricas del planeta, lo cual lo llevó a relacionar a muchos de los lugares que se consideraban como lugares importantes y sagrados en todo el mundo, como puntos de encuentro e invocación para fuerzas desconocidas.
Lo que no sabía Romel hasta ese momento era que en las profundidades de la Tierra, existía un antiguo consejo secreto conocido como el “Consejo de los 12”. Este grupo de individuos sabios y poderosos había estado dirigiendo la humanidad desde la sombra y desde tiempos inmemorables, moviendo los hilos de los reyes, dirigentes y gobiernos, así como las distintas sociedades que han existido para lograr sus objetivo: “guiar y cuidar a la humanidad para una evolución espiritual”.
La existencia de dicho consejo era desconocida para la mayoría de la humanidad, pero su influencia se sentía en todos los rincones del planeta, a través de la historia algunas personas y grupos sospechaban sobre la existencia de dicho grupo, pero nadie había podido comprobar ni tener contacto con él. Habían estado presentes en los momentos más decisivos de la historia, guiando a la humanidad hacia un futuro que solo ellos conocían.
Uno de los miembros del consejo era un individuo llamado Rakoczi, un ser de gran sabiduría y conocimiento que había vivido durante siglos. Rakoczi había visto el ascenso y la caída de civilizaciones e imperios, y había aprendido a apreciar la fragilidad y la belleza de la vida humana.
Un día, el joven Romel descubrió una pista sobre la existencia del Consejo de los 12, durante uno de sus viajes, se había dado cuenta de la existencia de ciertas claves ocultas en símbolos de antiguos monumentos por todo el mundo.
Después de meses de investigación sobre esa pista, un día llegó a su domicilio una extraña carta sin remitente, pero que estaba sellada con uno de los extraños símbolos que él reconoció inmediatamente, pues lo había visto y descubierto en uno de los tantos lugares a los que había viajado.
En la carta escrita a mano y muy corta, le invitaban a tener cuidado sobre la investigación que llevaba en secreto acerca de lo que estaba investigando:
“Querido hermano,
Hemos seguido de cerca tu trabajo e investigaciones durante los últimos años, y nos hemos dado cuenta de que tus objetivos son nobles. Te invitamos a ser discreto acerca de tus descubrimientos.
Te pedimos que no reveles nuestra existencia a nadie, la humanidad no está lista para saber acerca de nuestra existencia, nosotros tenemos el poder suficiente para enterarnos si esto llega a suceder, y por motivos que no podemos revelarte estamos dispuestos a llegar hasta el final si no cumples con esta petición.
Si estás de acuerdo en todo lo anterior, dejaremos que sigas tu investigación siempre y cuando seas discreto.
No te podemos revelar dónde estamos ni cómo nos puedes encontrar, pero confiamos en tu fuerza de voluntad y espíritu investigativo, el cual te guiará hacia nosotros.
‘Que la luz guíe tu camino’.
Rakoczi M∴D∴C∴S∴ “
Romel se quedó impresionado y entusiasmado a la vez después de leer la carta, tenía ganas de salir corriendo y contárselo a todo mundo, escribir un artículo y publicarlo en algún periódico o revista importante. Sin embargo, recordó la advertencia que estaba escrita en la carta, lo cual no lo desanimó, pero sí aumentó su interés y curiosidad por conocer la verdad detrás de la extraña carta.
Romel continuó sus investigaciones y se dedicó a tiempo completo los siguientes meses, finalmente en uno de sus viajes al Himalaya en busca de respuestas en los templos budistas, se perdió por las montañas, y en un intento desesperado por sobrevivir al frío extremo y buscando un lugar donde resguardarse en la montaña, encontró una extraña abertura en forma de cueva no muy grande con muchos extraños símbolos que el reconocía, era la entrada que lo llevó a una de las tantas cámaras subterráneas donde se reunía el consejo.
Al principio, Romel se sintió aterrorizado al descubrir la verdad, sentía un estado de euforia y terror al mismo tiempo. “¿Cómo podía ser que un grupo de individuos controlara el destino de la humanidad sin que nadie lo supiera?” Se preguntaba asi mismo. Pero a medida que se adentraba en la cámara, se dio cuenta de que el consejo no era lo que había imaginado.
El lugar estaba acondicionado con extraños objetos que parecían ser instrumentos de medición muy antiguos, había una gran mesa circular en medio de la cámara con un mundo tallado en piedra y sillas antiguas a su alrededor. Las paredes estaban talladas con extrañas figuras y símbolos, algunos los reconocía y otros no. La cámara estaba iluminada por una extraña luz que no sabía de dónde provenía y no se sentía el frío que afuera hacia.
Romel maravillado se quedó observando todo lo que había dentro de la cámara durante unos minutos, estaba seguro que el lugar tenía conexión con la carta te había recibido meses antes.
De pronto escuchó unos pasos detrás de él, en ese momento sintió que el corazón se le detenía del temor que sentía y su cuerpo se paralizó.
Volteó en un movimiento instintivo y vio a un hombre anciano por su aspecto que vestía una túnica negra de pies a cabeza, no lograba ver su rostro claramente y se encontraba a escasos 2 metros frente a él.
—Hola Romel, veo que me has encontrado, soy el maestro Rakoczi y fui quien te escribió esa carta hace un par de meses.
Rakoczi, fue el encargado de recibir a Romel y explicarle la verdad sobre el Consejo de los 12.
—No somos tiranos ni dictadores, —le dijo el maestro—. Somos guardianes de la humanidad. Hemos estado trabajando para proteger a la humanidad de sí misma durante siglos.
Romel estaba confundido. —¿Qué quieres decir? —preguntó.
—La humanidad es una especie peligrosa, —explicó el maestro con voz firme—. Ha demostrado ser capaz de destruir su propio planeta y a sí misma.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Romel sorprendido.—
—Los últimos avances sobre la energía nuclear. —le decía el maestro mientras señalaba la esfera que yacía en medio de la mesa— No tienes idea de las veces en que el planeta ha estado a punto de su destrucción a manos de ustedes los seres humanos. Hemos tenido que intervenir muchas veces. —le decía mientras caminaba hacia la mesa— Aun así, consideramos que el ser humano es una especie con un gran potencial. Nosotros hemos estado trabajando para guiar a la humanidad hacia un futuro más sostenible y pacífico para su evolución espiritual.
Romel se quedó en silencio, procesando la información. Comenzó a entender que el Consejo de los 12 no era un grupo de villanos, sino de individuos que habían asumido la responsabilidad de proteger y guiar a la humanidad, sin embargo, le surgían más y más preguntas. “Te invito a quedarte un tiempo para que conozcas más sobre nosotros”, le dijo el maestro Rakoczi.
Romel no dudó y como buen investigador que era, tomo con agrado la invitación que el viejo maestro le había hecho. A medida que pasaba más tiempo con él, Romel aprendió sobre su origen y sus objetivos. El consejo había sido fundado por un grupo de sabios venidos de las estrellas desde mucho tiempo atrás, ellos habían previsto el futuro y habían decidido tomar medidas para evitar la destrucción de la humanidad.
Habían estado trabajando durante siglos para guiar a la humanidad hacia un futuro mejor. Ellos habían sido parte de un plan superior para la creación y evolución humana. Y continuó explicándole mas detalles.
Pero Romel también se dio cuenta de que el consejo no era perfecto. Habían tomado decisiones que habían afectado a millones de personas, y habían mantenido secretos que podrían haber cambiado el curso de la historia. Entró en conflicto con sus pensamientos. “Quién les ha dado el poder de hacer las cosas así”, pensaba Romel por las noche antes de dormir.
Al siguente día, Romel se acercó al maestro y le preguntó: —¿No crees que la humanidad tiene derecho a saber la verdad?
—La verdad es un concepto relativo, —respondió el maestro—. A veces, la verdad puede ser peligrosa. Pero también creemos que la humanidad tiene el potencial para manejar la verdad. Es por eso que te hemos permitido descubrir nuestra existencia.
Romel se dio cuenta de que el consejo estaba dispuesto a darle una oportunidad a la humanidad. Estaban dispuestos a dejar que la humanidad tomara sus propias decisiones, incluso si eso significaba cometer errores sin llegar a la destrucción del planeta.
Pasaron tres días en total, antes de que Romel regresara, pues ya lo estaban buscando. Antes de partir el maestro le pidió que no revelara nada de lo que le había contado, ni la ubicación de la entrada en la montaña. Le prometió que se verían de nuevo, le aseguró que en la siguiente visita conocería al resto de los maestros. Y le aseguró que el lugar y fecha le serían revelados con el tiempo.
Romel salió de la cámara subterránea con una nueva perspectiva sobre el mundo. Se dio cuenta de que la humanidad era capaz de grandes cosas, pero también era capaz de cometer errores. Y se dio cuenta de que el Consejo de los 12 estaba allí para guiar a la humanidad hacia un futuro mejor, pero también para darle la oportunidad de tomar sus propias decisiones y evolucionar como especie.
La experiencia de Romel con el Consejo de los 12 le cambió la vida. Se dio cuenta de que la verdad era compleja y multifacética, y que a veces era necesario tomar decisiones difíciles para proteger a otros, pero también es importante dar la oportunidad para que tomen sus propias decisiones. La responsabilidad es un peso que debemos asumir, y la sabiduría es saber cuándo intervenir y cuándo dejar que las cosas sigan su curso.
Fecha: 20-10-2025 / 03:33
Ilustración: Generada por Meta AI
Autor: Guillermo Camarena ∴
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