En el cielo de la Ciudad de México, donde el sol naciente pintaba de naranja y rosa el horizonte, allá por los años 90’s comenzaron a aparecer extraños objetos en forma de gusanos luminosos. Estos seres etéreos se desplazaban de norte a sur y de sur a oeste sin importar si el viento estaba en contra y como si siguieran una ruta invisible. Llegó un punto en que su aparición era un ritual diario, que ocurría solo en las primeras horas de la mañana entre las 5 y las 7, cuando el cielo estaba despejado, limpio sin tanta contaminación y la ciudad aún dormía.
Los habitantes de la ciudad se despertaron un día con la noticia en los noticieros mañaneros: “¡Los gusanos de luz están invadiendo nuestros cielos!”. Algunos los veían como una bendición, otros como una maldición. Los científicos intentaban estudiarlos, pero desaparecían antes de que pudieran acercarse.
Las esferas blancas y negras que desprendían los “extraños gusanos” eran un misterio al igual que sus extrañas formas y tamaños compuestos por apéndices en forma de bolas conectadas una tras otra y a veces de distintos colores. Algunos creían que eran mensajes, otros que eran una forma de reproducción. La ciudad estaba dividida entre aquellos que los veían como entidades vivientes y aquellos que creían que eran una manifestación de vida extraterrestre.
Un joven llamado Guillermo se obsesionó con descubrir la verdad detrás de los gusanos. Pasaba horas observando el cielo, esperando a que aparecieran. Una mañana, finalmente, vio cómo una esfera blanca se desprendía de uno de los gusanos y caía hacia la ciudad.
Memo corrió hacia el lugar donde había visto caer la esfera. Al llegar, encontró un objeto brillante y suave. Lo tocó y sintió una energía extraña. De repente, se encontró flotando en el aire, viendo la ciudad desde arriba.
Los gusanos de luz se acercaron, rodeándolo. Guillermo entre asombro y terror por lo que estaba experimentando, sintió una conexión con ellos, como si estuvieran comunicándose. Entendió que no eran entidades malignas, sino mensajeros de una realidad más allá de la comprensión humana.
Cuando regresó a la realidad, la esfera había desaparecido. Pero él sabía que su vida había cambiado para siempre. Comenzó a investigar y descubrir los secretos detrás de los gusanos de luz, pero sabía que nunca podría revelar la verdad. Sabía que la verdad traería caos y cambiaría muchas cosas, por lo cual tomó la sabia decisión de que ni la ciudad ni el mundo entero estaban listos para saber de ella.
Desde ese día, Memo ya no fue el mismo y se convirtió en un observador silencioso de los gusanos. Los veía aparecer cada mañana e incluso los llego a grabar y fotografiar numerosas veces, sentía una conexión con lo desconocido. La ciudad siguió adelante, con sus teorías, debates y especulaciones. Pero Memo sabía que la verdad era mucho más misteriosa y hermosa de lo que jamás podría imaginar.
Un secreto con el cual tendría que vivir el resto de su vida y lo más seguro es que se lo llevaría a la tumba.
Ghoest ∴