El cráneo de María Magdalena

Imagen Vicaria de Santa María Magdalena, patrona de Arahal (Sevilla)

María Magdalena fue una de las más fieles seguidoras de Jesús de Nazaret, llegando a ser testigo de su crucifixión, muerte y resurrección. Tras estos acontecimientos, según la tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el Apóstol Juan, donde murió, si bien la tradición católica aporta una versión distinta: junto con su hermano Lázaro y Maximino, uno de los setenta y dos discípulos, así como algunos compañeros, María viajó en barca por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa, desembarcando finalmente en Saintes-Maries-de-la-Mer, cerca de Arlés, en Francia.

Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella, desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza para después retirarse a una cueva (La Sainte-Baume) en las cercanías de Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante treinta años. Según esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence, al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático, siendo su cuerpo sepultado en un oratorio construido por el propio Maximino en Villa Lata, el cual pasaría a ser conocido desde entonces como Saint Maximin.


Reliquias

Entre los católicos existen cientos, si no miles de objetos considerados como “reliquias sagradas” por sus autoridades y fieles seguidores, son tan diversas y de distinto tipo, algunas más conocidas que otras que podemos catalogar en dos grandes grupos: reliquias por contacto y cuerpos recuperados de un individuo.

Los cuerpos como reliquias son cuerpos recuperados de un individuo (mártir) que ya es considerado como santo o que en el momento en el que se exhuma su cuerpo y al permanecer incorrupto (algunas veces envuelto en un líquido y desprendiendo un olor agradable a rosas u otras flores ¿¿¿???) se convierte en santo a través de un proceso llamado canonización. Las reliquias por contacto son objetos grandes o pequeños que pertenecieron o estuvieron en contacto con un mártir, muchos son famosamente conocidos; sudarios, velos, sabanas, sangre, clavos, cajas, copas, esponjas, partes de cuerpos, etc.

Cabe aclarar que las reliquias no solo se dan en la religión católica, en otros cultos y religiones al igual que en el catolicismo existen vestigios y objetos que se consideran sagrados.

Estas reliquias, además de ser perseguidas, buscadas y veneradas durante la historia han sido objeto de contrabandos y de falsificaciones, lo cual alimenta las historias y leyendas que hay detrás de cada objeto, llegándose a pagar grandes cantidades de dinero e incluso se ha matado y generado guerras entre pueblos y ciudades por la posesión de estos codiciados objetos.

También hay que mencionar que actualmente, varias reliquias están extraviadas o ya no existen llegando a ser solo mitos o leyendas, pues algunas no se han encontrado físicamente, sin embargo, en la actualidad muchos investigadores y grupos religiosos participan en búsquedas impetuosas de dichos objetos, de estas solo se llegan a conocer por registros históricos, escritos o leyendas de voz en voz que han surgido a través de los años, el más famoso ejemplo es la búsqueda del Arca de la Alianza.


Reliquias de María Magdalena

Calavera de María Magdalena. Basílica de Vézelay, llamada Basílica de Santa María Magdalena de Vézelay(Franco Condado de Borgoña Francia)

De todas las reliquias de María Magdalena, las más destacadas son su pie izquierdo, su mano izquierda y su calavera, esta última a la que hace referencia este pequeño artículo.

“La vulgaridad de muchas naturalezas se manifiesta como agua corrompida cuando una gran reliquia pasa cerca”. – Nietzsche

La calavera, la más famosa de las reliquias se encuentra custodiada junto a su sarcófago de alabastro en la cripta de la Basílica de Vézelay, en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, una población ubicada al sur de Francia, donde su culto está estrechamente ligado a la leyenda del Santo Grial y al relato de su huida de Tierra Santa.

El origen de esta reliquia resulta dudoso puesto que lo único que se conoce de ella es que ya se encontraba allí desde el inicio de la construcción de la iglesia gótica que la alberga en 1295. Por aquel entonces la región se encontraba bajo el dominio de Carlos II, rey de Nápoles, conde de Provenza y sobrino de Luis IX de Francia. Según la leyenda, María Magdalena fue enterrada por Maximino, quien fue primer obispo de Aix, siendo su sepulcro abierto siglos después (el 9 de septiembre o el 10 de diciembre de 1279) por orden del propio Carlos II, constatando los presentes en la exhumación haber sido testigos del maravilloso olor a perfume que desprendía el ataúd abierto. En el interior del mismo, cubierto de polvo, se encontraron sus restos prácticamente intactos (a excepción de la mandíbula y la parte inferior de una de sus piernas) y una tablilla de madera recubierta de cera con una inscripción: «Hic requiescit corpus beatae Mariae Magdalenae» («Aquí reposa el cuerpo bendito de María Magdalena»). Junto a los restos se encontraba, además, un papiro con el siguiente texto:

El año del nacimiento del Señor 710, el seis de diciembre, por la noche y muy en secreto, bajo el reinado del muy piadoso Eudes, rey de los francos, durante el tiempo de los estragos de la nación traicionera de los sarracenos. El cuerpo de la querida y venerable Santa María Magdalena fue, por temor a dicha nación traicionera, trasladado desde su tumba de alabastro a la tumba de mármol, después de haber retirado el cuerpo de Sidonio, porque estaba más oculto.

En la tumba también fueron halladas la Santa Ampolla (una esfera de vidrio la cual contenía tierra empapada con la sangre de Jesús, recogida a los pies de la cruz por María Magdalena) y un diminuto trozo de piel pegado a la calavera, concretamente en la zona donde Jesús tocó a María tras su resurrección, por lo que el mismo fue llamado por los obispos presentes en la exhumación «noli me tangere» («no me toques»), en referencia a las palabras pronunciadas por Jesucristo tras aparecerse a María Magdalena.

En el año 1600 las reliquias fueron colocadas en un sarcófago enviado por Clemente VIII, siendo la cabeza separada del cuerpo y colocada en una vasija.

Durante la Revolución francesa, el sacristán Joseph Bastide retiró de la iglesia la calavera, la Santa Ampolla y el noli me tangere, siendo estas reliquias donadas posteriormente al arzobispo y guardadas la calavera y el noli me tangere en un relicario de oro consistente en una máscara de cristal ataviada con una melena dorada y custodiada simbólicamente por las esculturas, también en oro, de cuatro ángeles, presumiblemente añadidas en 1860 debido a que en el dorso de las mismas figuran grabados los números romanos MDCCCLX, hallándose bajo la calavera un recipiente especialmente diseñado para albergar el vial de cristal con el noli me tangere. Respecto a la Santa Ampolla, la misma fue robada de la basílica, resultando desconocido su paradero actual.

Esta y otras reliquias de la santa son sacadas en procesión cada 22 de julio, día de su festividad, colocándose una máscara dorada sobre la cápsula de cristal bajo la que se halla la calavera con el fin de protegerla.


Referencias

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