Era el año 2125, la humanidad había alcanzado un nivel de tecnología sin precedentes. La inteligencia artificial, las automatizaciones, la robótica y las energías limpias y renovables habían transformado la vida del planeta. La gente vivía más cómoda, dedicaba su tiempo y energías a actividades que no tenían que ver con el trabajo, el esfuerzo era mínimo. Era un mundo un tanto distópico, pero real, donde las ciudades eran metrópolis brillantes, eficientes, limpias y seguras, donde todo estaba automatizado y funcionaba con comandos de voz y toques en pantallas delgadas y transparentes.
Pero un día, sin previo aviso, todo cambió, un pulso electromagnético (PEM) de origen desconocido recorrió la Tierra entera, acabando con todo rastro de tecnología, quemando y haciendo inservibles los circuitos de todo tipo, sumiendo a la humanidad en la oscuridad. Todos los dispositivos electrónicos desde pequeños microchips hasta las grandes máquinas automatizadas dejaron de funcionar en menos de un segundo, las luces se apagaron y las comunicaciones se interrumpieron, se hizo un silencio aterrador y absoluto.
Para Kratos el PEM fue un golpe devastador, un joven programador de 30 años que trabajaba en una de las empresas más importantes del planeta que desarrollaba la automatización de todo tipo con la ayuda de Inteligencia Artificial, nunca imaginó que algo así podría suceder. Pues su mundo giraba en torno a la tecnología y ahora se encontraba entre un apocalipsis electrónico y sin trabajo, no sabía hacer otra cosa para sobrevivir en un mundo sin electricidad.
Todas las ciudades quedaron hundidas en la oscuridad, llevando a la humanidad a un cruel destino del que no estaban preparados. Los dispositivos electrónicos se apagaron junto con las luces y los medios de comunicación dejaron de funcionar en todo el mundo. El ambiente se sentía tenso y extraño a la vez, pues parecía como si el tiempo se hubiese parado. Reinaba un silencio aterrador en las ciudades, como ese silencio que se escucha en los bosques cuando no hay sonidos de viento o animales.
Kratos, había crecido en una ciudad y no había aprendido a hacer nada que ya estuviera automatizado o que lo hiciera la inteligencia artificial o algún robot. Él había nacido, crecido y vivido hasta su corta edad de 30 años con una pantalla en las manos.
Durante el PEM, hubo mucho caos, muertes causadas por accidentes aéreos, marítimos y terrestres, otros habían tenido un destino aún peor, pues los sistemas de climatización habían colapsado creando un caos incontrolable para las zonas con climas extremos.
De un día para otro, en un mundo regido por la tecnología, el 90% de las cosas que la gente utilizaba se volvieron inservibles. Todo lo que era analógico y el conocimiento en papel como libros y revistas, aparatos antiguos y reliquias, se volvieron codiciados y valiosos. La gente mataba por conseguir esas cosas que estaban en museos, viejas tiendas y bodegas.
Kratos, desesperado, se unió a una comunidad de personas que habían sobrevivido al PEM, comenzaron a adaptarse a su nueva vida sin tecnología. Aprendieron a cultivar la tierra, a domesticar animales, a cazar y a pescar. Kratos se sorprendió al descubrir que su cuerpo y su mente eran capaces de hacer cosas que nunca había imaginado, tanto físicamente como mentalmente, descubrió el poder de la imaginación e invención, la capacidad del sentido común y la supervivencia para vivir en comunión con la naturaleza. Al principio le costó mucho, era como estar en la escuela nuevamente.
A medida que pasaban los días, Kratos comenzó a darse cuenta de que la humanidad estaba cambiando. La gente estaba empezando a valorar las cosas simples de la vida, como la compañía de los demás, la naturaleza y la comida fresca. Para él, el concepto de trueque se volvió algo cotidiano, pues las monedas digitales ya no existían, y llevaban años sin circular el dinero en papel y metal.
La tecnología había sido una herramienta útil, pero también había sido una distracción y una adicción para las personas. Habían nacido generaciones enteras con la tecnología y veían a la tecnología como una extensión de sus cuerpos y vidas, muchos habían vivido pensado que todos los avances tecnológicos habían existido desde siempre.
Kratos se encontró a sí mismo disfrutando de la simplicidad de la vida sin tecnología. Aprendió a convivir con la naturaleza, desarrolló habilidades como crear fuego, construir refugios con ramas y hojas, cultivar plantas, domesticar animales e identificar plantas comestibles. Todo eso a su cuerpo le ayudó para fortalecerse y su mente se aclaró y se desarrolló en otros aspectos. Por las noches sentía una paz indescriptible y una sensación de satisfacción que solo se conoce tras un día de arduo trabajo físico y mental.
Pero no todo era un panorama alentador, pues dada las circunstancias la seguridad había colapsado en las ciudades, la gente huyó hacia el campo buscando la paz y la seguridad de vivir lejos de los lugares donde la ley y el orden habían desaparecido. Kratos se dio cuenta, que sin control todos estaban en el mismo lugar, con las mismas oportunidades y el mismo poder. Sin embargo, la gente se había vuelto más desconfiada y agresiva, y él junto a su comunidad tuvieron que sobrevivir luchando y protegiéndose de los demás. Fueron meses difíciles de sobrevivencia y temor.
Al pasar los años, Kratos se dio cuenta de que las personas estaban cambiando en su forma de pensar, lo que habían vivido les había impactado en su psique, la gente comenzaba a ver de otra manera al mundo en el que vivían. Comenzaban a entender y comprender su nueva realidad. No solo era sobrevivir, ni luchar por ver quién tenía el control, sino que había que tener armonía con la naturaleza.
Kratos se dio cuenta de que había nacido y vivido en una burbuja, rodeado de comodidades, pantallas y cables que eran algo normal y como una extensión de su cuerpo. Había estado tan ocupado con la tecnología que había olvidado la esencia del ser humano. Ahora, junto con el resto de las personas estaba redescubriendo la belleza de la naturaleza, la importancia de la comunidad y la satisfacción de trabajar manualmente.
Una noche, mientras trabajaba en un invernadero que había construido, Kratos se detuvo a contemplar la belleza de la Luna y las estrellas. Se sintió agradecido por la vida y por todo lo que le había sucedido, valoró la oportunidad de empezar de nuevo, conocer y aprender todo lo que hasta ese momento sabía. Cayó en cuenta que el ser humano no necesitaba tecnología para ser feliz, que detrás de las pantallas y las máquinas había algo llamado naturaleza, entendió que el ser humano tenía una conexión con ella y con todos los seres vivos, pero que lo había olvidado.
Lo que había vivido Kratos, le dejó como enseñanza que la verdadera riqueza no se vive en bits, sino en la calidad de vida, nuestra relación con el entorno y la contemplación de la belleza de la naturaleza. Aprendió que la supervivencia no solo es cuestión de tecnología, sino de humanidad.
Y a pesar de que todo parecía empezar desde cero, él se sentía afortunado y entusiasmado por vivir esta nueva vida que no dependía de la tecnología, para él lo más valioso ahora era la naturaleza, sus semejantes y su cuerpo, que a pesar de ser frágil tuvo la capacidad de adaptarse y sobrevivir a una catástrofe sin importar las circunstancias, comprendió que sufrir, llorar, lamentarse, caer y levantarse es algo que nos hace humanos.
Epílogo
Muchos años más tarde del gran apagón, la humanidad había cambiado, las nuevas generaciones habían nacido en un mundo sin tecnología. La gente vivía en comunidades sostenibles, cultivaba su propia comida y disfrutaba de la simplicidad de la vida. La tecnología había sido reemplazada por la sabiduría y la experiencia.
Kratos ya anciano, se había convertido en un líder en su comunidad, pues le había tocado la transición entre dos mundos totalmente diferentes. Él entendía mejor que nadie, el valor de vivir en armonía con la naturaleza. Gracias a eso él enseñaba a las nuevas generaciones lo que había pasado, y les recordaba la lección valiosa que les había dejado el pasado: la verdadera riqueza no se mide en tecnología, sino en la calidad de nuestras relaciones, vivir en armonía y contemplar la belleza de la naturaleza en todas sus manifestaciones.
Y Kratos, el joven programador que un día fue y que había perdido todo, había encontrado algo mucho más valioso: una vida con propósito y significado. Su historia se había convertido en una leyenda, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, hay siempre una oportunidad para empezar de nuevo.
Fecha: 21-10-2025 / 03:33
Ilustración: Generada por Meta AI
Autor: Guillermo Camarena ∴
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