= Una dulcería muy peculiar (cuento corto forteano) =


La tienda se llamaba “Dulces de los deseos” y solo aparecía en el callejón durante la primera noche del primer fin de semana de luna llena de primavera. La gente que se había topado con la tienda decía que el dueño, un anciano misterioso con ojos verdes color esmeralda, tenía la habilidad de crear dulces mágicos que podían conceder deseos.

Los dulces eran exquisitos, pero cada uno tenía un precio: solo funcionaban durante el día, y podían tener “consecuencias inesperadas”. Aun así, la gente que tuvo la oportunidad no dudó en arriesgarse.

Un un día mientras Leo caminaba a su casa de regreso de la escuela, encontró la tienda, entró y se sorprendió de ver a su alrededor la gran cantidad de dulces de todos colores, tamaños y formas, pero uno de ellos fue el que más le llamó la atención porque la envoltura era dorada como el oro.

Leo se acercó y notó que una etiqueta que se encontraba en la parte posterior tenía una nota escrita en letras negras y en cursiva: “el que coma de este dulce obtendrá la riqueza”. Leo enseguida entendió por qué la tienda se llamaba de esa forma, compró el dulce al anciano, no sin antes percatarse de que el extraño anciano se le quedaba mirando con ojos penetrantes, como examinando la expresión que tenía cuando tenía el dulce en sus manos, pero no le dio importancia y salió de la tienda.

Muy contento Leo, regresó a su casa, lo comió y, al día siguiente, se despertó rodeado de oro y joyas. Pero pronto descubrió que su familia y amigos habían sido olvidados en el proceso. Su casa estaba vacía, y sus padres y hermanos no respondían a sus llamadas.

Desesperado y llorando, Leo regresó al callejón, pero la tienda había desaparecido. Buscó durante semanas, pero no hubo rastro de la peculiar tienda. Comenzó a darse cuenta de que la riqueza no lo hacía feliz sin la gente que amaba, hasta sus amigos se habían alejado de él.

Un día, después de meses de búsqueda, Leo encontró una pista que lo llevó de vuelta al callejón. La tienda reapareció, y el anciano rodeado de otros niños, lo esperaba con una sonrisa.

– “¿Qué deseas ahora, joven?”, preguntó el anciano.

Leo pensó en sus seres queridos y en la lección que había aprendido. “Quiero que mi familia y amigos vuelvan a mi vida”, dijo.

El anciano asintió y le ofreció un dulce diferente. “Este te enseñará el valor de lo que realmente importa”, dijo.

Leo comió el dulce y al volver a casa, su familia y amigos ya habían regresado a su vida. Aprendió a valorar las relaciones y la felicidad que encontraba en la simplicidad.

Desde el resto de su vida, Leo visitó al anciano cada vez que la tienda aparecía, pero no para pedir deseos, sino para aprender y compartir experiencias. Y aunque nunca volvió a probar otro dulce mágico, su vida se llenó de riqueza verdadera, ya que siempre se encontraba con otros chicos que habían vivido algo similar a lo que le pasó, y contaban entusiasmados sus experiencias reflexionando entre ellos y el sabio anciano.

Ghoest ∴

= Acerca de Guillermo Camarena =

De día soy Maestro en Redes y Telecomunicaciones, Ingeniero en Sistemas Computacionales y Desarrollador Frontend e Investigador de Fenómenos Forteanos por la noche. 🧑🏻‍💻👾👽🛸
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