Raptos humanos

Antonio Ribera dedicó mucho tiempo de su vida al estudio de las abducciones o presuntos secuestros de seres humanos por parte de extraterrestres. Los consideró la pieza clave del fenómeno ovni. Creía que algún día nos darían la respuesta definitiva a dicho enigma. No en vano escribió numerosos artículos y varias obras al respecto. La última llevó por título Abducción (1998). Tuvo la gentileza de enviarme un ejemplar con una bonita dedicatoria: «Para Moisés Garrido, con el afecto entrañable de su “abuelo”».

Pues sí, Antonio era nuestro «abuelo ufológico». Y quienes formábamos la «tercera generación» de ufólogos éramos sus «nietos». Hubo una enorme complicidad entre Antonio y los jóvenes que comenzamos en los años ochenta a interesarnos seriamente por la ufología. Como es lógico, hablé largo y tendido sobre abducciones con nuestro entrañable pionero. Para él, las abducciones son experiencias físicamente reales. No tenía dudas de que sus artífices son seres alienígenas.

En una de las diversas entrevistas que mantuve con él al respecto me dijo: «A mí lo que más me impresiona del fenómeno abducción, que casi es el único objeto de estudio mío en la actualidad, es la enorme coherencia que presentan todos los relatos; es decir, por ejemplo, un camionero argentino, un matrimonio norteamericano o un cazador español, más o menos explican lo mismo.

Esto es importante, porque demuestra que hay una realidad objetiva y es casi imposible que centenares de personas expliquen este pequeño “psicodrama” que es la abducción, sus etapas siempre son las mismas y el escenario es también siempre el mismo: el interior de una “nave” donde hay una cámara de mandos que se describe de manera parecida, se examina al sujeto sobre una especie de cama de quirófano, luego parece que se le implanta, como dices tú muy bien, alguna cosa en el cerebro, y claro, esto se repite muchas veces, y en realidad son setecientos casos los que conocemos de abducción de los que se han estudiado unos cuatrocientos mediante hipnosis y todos ellos presentan el mismo esquema».

Ribera reconocía que algunos casos presentan incidencias en los aspectos sexuales y genéticos. También sostenía que hay un grupo de personas que no son conscientes de estar programadas, dirigidas o manipuladas por seres extraterrestres. En una ocasión me explicó: «Es una manipulación del ser humano y esta manipulación tiene una finalidad, posiblemente crear una serie de personas que dependan de ellos, porque una cosa es indudable, y es que muchos de los abducidos ya están siendo seguidos desde su misma infancia, es decir, muchos de ellos presentan un episodio ovni en su infancia; algunos casos los tenemos confirmados, como el de Próspera Muñoz, que yo he estudiado de primera mano». Próspera sufrió una abducción a los 7 años, viviendo en Jumilla (Murcia). La experiencia la recordó treinta años después. Bajo hipnosis manifestó haber sido llevada al interior de una nave, siendo sometida a exámenes médicos y a la implantación de un microchip en el cerebro.

Otro experto en abducciones es David M. Jacobs, profesor de Historia de la Universidad Temple en Filadelfia (EE. UU.). Jacobs realizó su tesis doctoral sobre la historia de los ovnis en Estados Unidos. Ha examinado numerosos casos y llega a una espantosa conclusión: parece existir un programa reproductor encaminado a la gestación de híbridos humanos-alienígenas.

Considera que los episodios sexuales son una parte muy importante de las experiencias de abducción; asegura que dichos raptores ponen especial énfasis en la actividad sexual humana. Hay abducidos que confiesan haber sido obligados a copular en la nave con otro ser humano del sexo contrario. En su obra Vida secreta (1993), Jacobs escribe: «Debemos poner de relieve que no se trata de una situación de fantasía sexual; en realidad, para la mayoría de los hombres y de las mujeres se trata de un suceso traumático e incontrolable.

Un hombre confesó, lloroso, que se sintió como si estuviera violando a una mujer cuando se vio obligado a realizar con ella el acto sexual». Para él, más que una mezcla, lo que está ocurriendo es una alteración genética, cuya

secuencia sería: 1) extracción de óvulos y esperma; 2) fertilización in vitro; 3) el óvulo fertilizado es alterado genéticamente; 4) el óvulo fertilizado se implanta en el útero; 5) después de un período de entre dos y diez semanas de gestación, se extrae el feto (ectogénesis); y 6) el feto es incubado externamente. Jacobs emplea la hipnosis para recuperar esos recuerdos porque «es un instrumento valioso para la acumulación de datos».

Muchos abducidos de ambos géneros tienen encuentros sexuales con alienígenas o híbridos, aunque en mayor proporción son mujeres. Durante la hipnosis, las lágrimas evidencian el trauma que les ha supuesto ser forzadas sexualmente. Jacobs afirma: «La cópula tiene lugar sin mucho estímulo preliminar. La inserción del “pene” es rápida y este pene no es percibido como normal; generalmente, es muy corto y muy delgado. No tienen lugar los movimientos usuales, pero la mujer siente una “vibración” repentina. Después, todo ha concluido».

Al parecer, no hay datos que indiquen la existencia de órganos sexuales en los raptores, pero los híbridos parece que sí los tienen. «Se nos plantean tres posibilidades —arguye— de ser cierta esta hipótesis. O bien la raptada está copulando con un descendiente poseedor de genitales, o los alienígenas le insertan algo a la mujer para hacerle creer que la cópula se está produciendo, o todo el asunto forma parte de un procedimiento de imaginería, sin que en realidad nada físico esté ocurriendo».

El malogrado John E. Mack, profesor de Psiquiatría en Harvard, defendió también la existencia de un plan oculto de hibridación orquestado por criaturas alienígenas, tras haber estudiado un centenar de casos de abducción. Se preguntaba: «¿Y si fuese todo verdad, si estuviéramos realmente asistiendo a la fusión de dos especies, dirigida quizá por una inteligencia superior a ambas y capaz de generar en nosotros una fuerte sensación de malestar, precisamente por la dificultad de unir una especie corpórea como la nuestra con entidades puramente espirituales?».

Por su parte, el ufólogo Budd Hopkins, autor de la influyente obra Intrusos, manifestó hace años: «El punto central de todo el fenómeno de los ovnis es el “estudio y trabajo de laboratorio” sobre los seres humanos, con atención especial a nuestros sistemas genéticos y reproductivos. Al parecer, este experimento genético es un intento sistemático de crear una especie híbrida, una mezcla de caracteres humanos y alienígenas». Todo ello puede sonarnos a ciencia ficción —al margen de lo improbable que resulta poder mezclarse el ADN alienígena con el nuestro—, pero los testimonios son tan alucinantes como perturbadores.

El impacto emocional y las secuelas traumáticas que sufren los protagonistas, similares a los síntomas de estrés postraumático de los excombatientes y las mujeres violadas, son elementos a considerar, por mucho que nos cueste aceptar que algo así pueda estar sucediendo en nuestro mundo. Richard McNally, catedrático de Psicología, asegura: «La gente que cree sinceramente haber sido abducida por alienígenas muestra unas pautas de respuesta fisiológica y emocional ante tales “recuerdos” que son inesperadamente similares a las de aquellas personas que han sido realmente traumatizadas en combate o por sucesos similares».

Además, en los casos concretos de abducidos que mantienen relaciones íntimas con alienígenas —en el 44 % de las abducciones hay episodios sexuales, siendo las dos terceras partes de las víctimas mujeres— se repiten ciertas constantes, como el establecimiento de un vínculo telepático con dichas entidades, varios encuentros en distintas etapas de la vida y el que otros miembros de la familia —preferentemente, los hijos— padezcan experiencias similares. ¿Y qué narran estos abducidos sobre sus contactos sexuales con ufonautas?…