El 10 de mayo de 1951, una joven de 18 años que vivía en Manila, capital de Filipinas, llegó corriendo a la delegación de policía y declaró que un ser misterioso la estaba mordiendo. Los policías llevaron al médico que declaró que no valía la pena molestarse por el relato de una epiléptica.
Pero cuando a pesar de todo fue a ver a Clarita Villanueva, pues tal era el nombre de la muchacha le llamó la atención ver que también tenía señales de mordiscos en el cuello: ¿Cómo era posible que se hubiese mordido en esa parte?
Le pregunto, Clarita se puso a gritar, diciendo que el monstruo acababa de llegar y la estaba mordiendo. El asombrado médico, así como los dos policías que la acompañaban vieron asombrados la joven se agitaba como una posesa, y en sus hombros y sus brazos aparecían señales de mordiscos manchados de reluciente saliva.
El médico llamó a un colega para que observar el fenómeno, y los policías avisaron al alcalde de Manila, cuyo nombre era Arsenio Lacson. Los mordiscos siguieron unas cuantas horas, ante las miradas de los testigos que sólo veían a Clarita y las marcas que aparecían sobre la piel. Sólo ella veía a su atacante, explicó que se parecía a un hombrecito, con enormes ojos y una especie de capa, y que a veces flotaba a unos centímetros del suelo.
El alcalde llamó al arzobispo, y todos partieron en procesión detrás de la ambulancia que llevaba a Clarita al hospital. Cuando estuvo ya encamada, cesaron los ataques, pero tuvieron que curar las mordeduras durante varias semanas, pues algunas estaban infectadas.
El Dr. Mariano Lara, que era el nombre del médico que la atendió en primer lugar, declaro que sólo había una explicación posible, era la que dio la muchacha. ¿Acaso no le mostró un enorme valor y declarar algo que iba encontra de lo dictado por la ciencia médica?
- Revista DUDA, (Marzo 24, 1971). ¿Quién la mordió?, Revista DUDA, 1:(2)