Gerberto de Aurillac (Silvestre II)

Su nacimiento en el siglo X, recuerda al de otro predestinado: Moisés, al igual que este profeta que asombra a un Faraón del antiguo Egipto, Gerberto de Aurillac es abandonado, acabando de nacer, por sus padres. Algunos de sus historiadores dicen que era hijo de los duques de Aquitania; otros, que de simples campesinos.

También como Moisés, Gerberto fue recogido, cuidado e instruido por sacerdotes: los frailes de Aurillac, e los que debe el apellido. Su infancia y adolescencia las pasa en el convento de la orden de Aurillac, cuyos miembros tenían fama de ser muy sabios. Desde niño se distingue por una inteligencia excepcionalmente brillante, así como por su fuerza de carácter.

Aún no cumple veinte años cuando huye del claustro y se dirige a la España musulmana. Se siente poderosamente atraído por un saber prohibido por los frailes: la cultura árabe, por aquel entonces muy desarrollada en geometría. matemática y alquimia. Al llegar a España traba contacto con eruditos árabes y se convierte en su discípulo. Poco después, su cerebro, funcionando como una gigantesca esponja, asimila el conocimiento de sus maestros y los supera. Es entonces cuando se entera que existe un sabio árabe que sabe más que ningún otro. Respecto a ese hombre se dice que todos sus conocimientos los debes a un libro notable: el Abacum, a quien el árabe cuida con más celo que a su propia vida. Gerberto decide en ese momento conocer al gran sabio árabe y cueste lo que cueste, leer el Abacum.

No se arredra por los obstáculos que tiene que vencer. En poco tiempo Gerberto conoce a la hija del poseedor del Abacum, a quien seduce, y contando con su complicidad sustrae el ansiado libro de debajo de la almohada en que dormía el anciano.

Después de muchos años de investigar la cultura musulmana regresa a Francia y reingresa a la Iglesia. Comienza a ascender vertiginosamente y de pronto, de manera fraudulenta, se convierte en arzobispo de Reims, siendo excomulgado por esta acción poco tiempo después. Pero el destino, o alguna otra fuerza poderosa, parece aliarse con Gerberto de Aurillac El papa que lo ha excomulgado muere, y él, Gerberto de Aurillac, el ex comulgado, ¡es coronado papa!

Su ascensión al trono pontificio es tan imprevista y relampagueante que la mayor parte de sus con temporáneos le atribuyen pacto con al diablo.

Coronado sumo pontífice en el año de 999, Gerberto de Aurillac toma el nombre de Silvestre ll y comienza a llevar a cabo tal cantidad de empresas prodigiosas que el cronista Guillermo de Malsbury escribe con horror y admiración: “Silvestre II eclipsó: la magia de los siglos pasados”.

Introduce en Occidente la numeración arábiga y el sistema decimal que todavía usamos. Da a conocer el Abacum para que sea aprovechado por la cultura occidental, escribe el Ars subtilisima arithmeticae, una Geometría, el libro del ajedrez y al monumental Tratado de Pesas y Medidas, obras todas de descubrimientos y atisbos geniales en el campo de las matemáticas y la geometría.

Pero Gerberto de Aurillac no sólo con libros asombra al mundo de su época; también lleva a cabo realizaciones técnicas portentosas. Construye un astrolabio (antiguo instrumento para observar la altura de los astros) y el primar reloj de péndulo. Utilizando el vapor de agua y calculando cuidadosamente sus presiones crea el mecanismo de un órgano” hidráulico que produce una inmensa gama de sonidos. Pero la creación más fantástica de este hombre portentoso está relatada en un libro de historia: “La Patrología latina” del padre Migue. Esta obra dedicada al estudio de los escritos de los Santos Padres, cita que Gerberto de Aurillac fundió una cabeza de cobre que por medio de un dispositivo especial contestaba sí o no a las preguntas que le hacían, ¡Así pues, en el siglo X, logra Gerberto construir un autómata; y cuando se le pregunta cómo logró fabricarlo, sin traicionar su secreto, dice que se ha inspirado en un sistema de dos cifras! Resulta sorprendente que las actuales computadoras electrónicas están basadas en un método binario, esto es ¡que utiliza dos cifras! Algunos cronistas de la época van más allá y sostienen que Gerberto construyó esa cabeza aplicando secretos de los árabes en el momento en que los astros inician su carrera, y utilizando conocimientos que hoy se mantienen en secreto.

Se dice que a la muerte de Gerberto alguien partió en pedazos esa cabeza. Sin embargo, dos siglos más tarde seguía causando problemas a los sabios de la épocas. En varios libros se afirma que estuvo en manos de Roger Bacon, astrólogo y alquimista que fue perseguido por los papas Inocencio IV y Nicolás III. Parece ser que de las manos de Bacon pesó a las de Alberto Magno notable ocultista alemán que fue maestro de uno de los más notables pensadores católicos: Tomás de Aquino. Gerberto de Aurillac inventa también el pararrayos ¡700 años antes que Benjamín Franklin!

Antes de morir Gerberto ha dado una orden: que su cuerpo sea colocado sobre una carreta tirada por bueyes y que se le entierre precisamente donde se detengan los animales. Quiso el azar que ¡esto sucediera frente a la iglesia de Letrán, lugar en donde reposan los restos de este genial científico, investigador y aventurero, más conocido como el papa Silvestre II.

Sería imposible enumerar todas sus realizaciones, e inexplicable cómo pudo lograrlas. ¿Aclarará de alguna manera el misterio del talento de Gerberto de Aurillac, saber que durante muchos siglos su nombre fue borrado de la lista oficial de papas y sustituido por un tal Agapito?

“Que atienda el sabio y crecerá en doctrina, y el inteligente aprenderá a hacer proyectos.”
-Proverbios, 1


Referencias
  • Revista DUDA, (Mayo 5, 1971). Gerberto De Aurillac, El papa que pactó con el diablo, Revista DUDA, (1:5)

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