En 1877, el sultán Abdul Hamid comisionó al sabio lbn Al Talamid para que buscara en España ciertos manuscritos perdidos por los árabes al abandonar el país, durante el siglo XV. Debían ser documentos relacionados con otros existentes en Marruecos, la India y el Tíbet, que se conservan en lugares secretos y jamás serán dados a conocer al profano. ¿Qué valor inestimable poseen tales manuscritos para que se guarden tan celosamente?
Es posible que figure entre ellos la auténtica Cábala de los Judíos, con la revelación sobre el misterio de los pueblos anteriores al Diluvio, tal como debió escribirla Raziel, “el ángel del misterio”, a raíz de la expulsión de Adán del paraíso terrenal.
En la Cábala —del hebreo kabbalah: recepción, tradición— y en sus ocultos simbolismos, debe estar la explicación a todos los secretos del universo. Pero para desentrañar el significado de su enseñanza se precisa una clave que los iniciados han buscado en vano a lo largo de los siglos. Muchos de ellos cayeron en la magia negra al desviarse de su senda, otros se perdieron en la alquimia, y aquellos que pretendieron haber resuelto el problema no aportaron jamás ninguna prueba de sus afirmaciones.
Partes en que se divide
Originalmente, la Cábala se divide en dos ramas muy reveladoras:
- El Maaseh berechit, o historia de la Génesis (resumida en el llamado Sefer Jesirah).
- El Maaseh merkabad, o historia del vehículo celestial (resumida en el Zohar).
Esta última fue reescrita, o tal vez imaginada, en el siglo XIII, por el rabino Moisés de León. Conviene decir aquí que no existen ya los ‘manuscritos originales de la Cábala, del Tálmud y de la Biblia.
Sólo poseemos, en el mejor de los casos, retranscripciones de segunda o de tercera mano. Pero una cosa parece ser cierta:
El encargado de escribir la Cábala fue un ser llegado del espacio, es decir, un ángel. y la historia del “vehículo espacial” precede en varios milenios a la del carruaje misterioso que vio el profeta Ezequiel. En cada uno de estos casos intervino un vehículo extraterrestre.
En sus comienzos, el libro del Zohar, segundo de la Cábala, sólo pudo ser divulgado con precauciones infinitas, por iniciados judíos, de boca a oído. Más tarde, cuando la tradición oral fue confiada a la escritura, el texto sufrió severos cambios, pues todo lo relacionado con el misterioso aparato, con sus tripulantes y con los conocimientos que éstos poseían, fue censurado por los rabinos, quién sabe porqué razones.
Como interpretar el Zohar
A partir de entonces, el Zohar se convirtió en un código universal, y había que recurrir a él para comprender la lectura de la Biblia. Al mismo tiempo, para poder interpretar el Zohar fue preciso iluminarse con ciertos relatos herméticos, o clavículas (llavecitas), de las cuales las más famosas y más difíciles de entender fueron las llamadas “Clavículas de Salomón”.
Pero eso no es todo. La explicación del Zohar se logra finalmente por medio de un juego de claves iniciáticas: la themurah (permutación), el notarikon (signo) y la gematria (geometria). Y esta operación se descompone en tres fases:
- Se cambia el valor de las palabras sustituyendo la primera por la última (themurah).
- Se estudia cada letra por separado, se toma la primera y la última letra de cada palabra de un versículo y se forma uno nuevo que revela su sentido misterioso (notarikon).
- Por último, se busca el sentido de cada palabra, sustituyendo las letras que la forman por números que correspondan en la numeración hebraica (gematria).
Por su parte, la metafísica del Zohar se rige por estos tres postulados:
- Todas las cosas tienen un nombre místico, cuya pronunciación debe sor conocida únicamente por su poseedor.
- Es Imposible concebir a Dios, que no es mensurable, ni limitado, ni localizado, ni localizable.
- Existe otro universo de múltiples dimensiones, desconocido de nuestro Universo visible, poblado de fuerzas superiores, detrás de cuya cortina cósmica se disimulan las imágenes de todas las cosas.
El maestro del misterio
Este último postulado aporta asombrosos datos sobre la moderna teoría de los universos paralelos, que estudiaron matemáticos tan geniales como Eistein y Falinski.
En el Maaseh bereschit, el primer hombre fue creado en dos lugares distintos, es decir, en dos mundos paralelos que coexistían al mismo tiempo. Resulta curioso comprobar cómo una obra tan antigua como es la Cábala considera cosa muy normal evolucionar de nuestro mundo al de las entidades más sutiles, que eran las que realizaban los llamados milagros.
Por eso se dice que el cabalista conocedor de la magia de los nombres y de los verbos es capaz de recurrir a las fuerzas de lo invisible y operar en un universo ajeno al nuestro. Aquél que conoce ese secreto y posee su clave recibe un nombre muy especial: es el Baale ha Sod, es decir, el Maestro del Misterio.
- Revista DUDA, (Junio, 2, 1971). Luz sobre la Cábala. Revista DUDA, (1:7)