6 de enero de 1995. 6.48 horas. Manchester (Reino Unido). Día y hora de uno de los mejores y más impactantes episodios OVNI de los últimos años.
Del avistamiento existe confirmación oficial del Gobierno británico. El expediente del caso está entre los que conforman el informe que la Aviación Civil del Reino Unido elabora todos los años para dar cuenta de los airmisses, expresión anglosajona que se utiliza para denominar a aquellos incidentes aéreos en los cuales dos naves volantes se aproximan de forma peligrosa.
INGLATERRA: PELIGRO DE COLISIÓN
En el informe oficial sobre los airmisses de 1995 destacaba sobremanera un suceso. Ocurría el día de Reyes… Todo un regalo para los ufólogos. Lo protagonizaron en primera persona el piloto Roger Wills y el copiloto Mark Stuart. Se encontraban a los mandos de un Boeing 737 de la compañía British Airways que cubría la ruta entre Milán (Italia) y Manchester (Reino Unido).
El vuelo llegaba a su destino cuando ocurrió lo inesperado. Wills y Stuart habían situado el avión a 1.000 metros de altitud y se disponían a ultimar las maniobras para tomar tierra.
Repentinamente, apareció frente a ellos un objeto triangular con pequeñas luces blancas y una línea negra a los lados.
“¡Vamos a estrellarnos!”, fue lo primero que pensaron los pilotos tras la súbita aparición de aquella enorme nave voladora que se cruzaba en su camino.
Tan rápido como la situación exigía, se atrevieron a efectuar un brusco picado, obligando al avión a perder altura casi “desplomándolo”.
Hubo suerte: el OVNI triangular, que no varió un ápice su posición, pasó rozando el ala derecha del avión.
Finalmente, enderezaron su rumbo y alcanzaron sanos y salvos las pistas del aeropuerto de Manchester.
Un grupo oficial de trabajo se hizo cargo de la investigación de los hechos. Diversos organismos oficiales (Aviación Civil, pilotos comerciales y militares, oficiales de alto rango y las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, junto a la Fuerza Aérea Real) estudiaron el suceso y lo consideraron inexplicable.
En la información dada a conocer se concluye: “Habiendo debatido diversas hipótesis por parte del grupo de investigación, en ausencia de cualquier evidencia firme que pudiera explicar o identificar al objeto, no ha sido posible utilizando los criterios habituales encontrar la causa que provocó el riesgo. Por lo tanto, el incidente queda sin ser resuelto. Causa: inaccesible”.
Una vez más, un suceso protagonizado por profesionales del aire quedaba sin explicación. Y suele ocurrir a menudo. Los comandantes de líneas aéreas y los aguerridos pilotos de cazas rara vez se equivocan cuando ven algo extraño en el cielo. Por su preparación, son los mejores testigos que existen. Además, en muchas ocasiones logran que los radares confirmen la naturaleza física de los OVNIs que ven.
- Cardeñosa, Bruno, (2006), El misterio OVNI, Un alto secreto al descubierto:
investigaciones y evidencias, Cap. 5, Pilotos y radares ante los ovnis, Madrid, España, Ediciones Nowtilus S. L.