Realmente, eran indios muy raros: blancos, barbados, calvos, todo lo que los indígenas de Sudamérica no son jamás. Desde hacía unos veinte años, Jacques de Mahieu —antropólogo y sociólogo— buscaba, en los libros y en la piedra, datos que le permitieran identificar a los hombres rubios y barbados cuyo recuerdo recogieron los cronistas españoles de la Conquista y cuya imagen nos han conservado las estatuas y frescos precolombinos. ¿No serían los “indios blancos” del Paraguay descendientes de esos hombres y esas mujeres de tipo nórdico cuyas momias se encontraron, en 1925, en las grutas preincaicas de Paracas, en el Perú?
Había que verificar la hipótesis. Un minucioso estudio antropológico permitió establecer que los guayakís eran realmente arios de raza nórdica, degenerados y muy ligeramente-mestizados. Inclusive, dibujaban aún signos que se parecían curiosamente a runas. Jacques de Mahieu hizo efectuar excavaciones en el emplazamiento de una de sus muy antiguas aldeas, y se hallaron fragmentos de cerámicas cubiertos de inscripciones rúnicas que pudieron ser descifradas. Luego, relevó, en plena selva virgen, lo que era todavía, a principios del siglo XV, una posta vikinga: inscripciones traducibles, dibujos de drakkares y una magnífica imagen de Odín, Díos Sol.
Una posta supone la existencia de caminos. El profesor de Mahieu pudo reconstituir su trazado, del Atlántico a Tiahuanacu, la capital preincaica del imperio danés. ¿El Atlántico? ¿Los vikingos perdidos seguían navegando? Por supuesto. Hasta retomaron contacto con Europa, a mediados del siglo XIII, y trajeron de vuelta a un sacerdote católico, a quien llamaban Thul Gnupa, Padre Gnupa, cuyas aventuras nos permiten contar las crónicas indias. Y habían dejado en Escandinavia un magnífico tapiz, cubierto de llamas y, en Normandía, mapas precisos que permitieron a los dieppenses, ya en el siglo XIII, ir a Sudamérica para cargar troncos de palo brasil, por la ruta que siguió a su vez, en 1503, el capitán Paulmier de Gonneville, y numerosos marinos después de él.
“La agonia del Dios-Sol” constituye la etapa decisiva de una búsqueda cuyas bases el autor echó en la obra “El gran viaje del Dios-Sol”.
- La epopeya viringa en méxico y el perú
- Los “indios blancos” del paraguay
- Unos enanos de origen nórdico
- Un pueblo degenerado
- El enano rubio de la mitología guayakí
- Los dibujos runoides de los guayakíes
- Unos “germanos en reducción”
- El escondrijo de las runas
- El “tesoro” enterrado
- Caracteres generales de las inscripciones
- Una fecha y un símbolo geográfico
- De dinamarca a la isla de pascua
- El llamado a odín
- Unas pruebas definitivas
- El apóstol blanco
- ¿un invento de los jesuítas?
- Pay zumo, el apóstol blanco del guayrá y el paraguay
- Thunupa, el apóstol blanco del perú
- Las “huellas del apóstol”
- La cristianización de tiahuanacu
- El portulano de piedra de yvytyruzú
- Los caminos del oro y de la plata
- La toponimia danesa del paraguay y el guayrá
- El acceso al atlántico.
- La posta vikinga de yvytyruzu
- Las avispas protectoras
- El panel de señalización
- Drakkares sobre la cruz
- La imagen del dios-sol
- Unas indicaciones geográficas explícitas
- Una extraordinaria obra maestra
- La punta de la fiesta
- El país de gnupa
- Los herederos de los vikingos
- La geografía secretando américa
- El comercio del palo brasil
- Las expediciones dieppenses al brasil
- El padre gnupa, normando