Esta inteligencia deslumbrante, este coloso de las ideas, este brillante investigador de casi todos los campos científicos y artísticos nace en Fráncfort, Alemania, el 28 de agosto de 1749.
Log primeros años de su vida serán tan diferentes a los de una inteligencia infantil normal, que nos llenan de asombro. Muy niño recibe las primeras lecciones escolares de su padre, y de su madre escucha cuentos y narraciones mitológicas. Más tarda en escucharlas que en repetirlas, reinventadas y enriquecidas por una prodigiosa imaginación.
A los ocho años de edad en la que otros niños se dedican sólo a jugar, él comienza a escribir poesía. Un poco más tarde demuestra una increíble facilidad para los idiomas y escribe una novelita, en la que los siete personajes que la componen… ¡cada uno de ellos habla distinto idioma!
A los 21 años, para complacer a su padre se doctora en Derecho, paro ya antes había aprendido dibujo, grabado y estética. Dos años antes de esa fecha Goethe enferma del pecho y ocurre así el primer hecho Insólito en su vida, pues al decir de quienes lo conocieron de cerca, cura por propia voluntad y con la ayuda de algún alquimista.
GOTZ DE BERLINCHINGEN
La Inteligencia de Goethe desconcierta a quienes lo rodean. Por una parte, su pensamiento, parece ligado a la ciencia y a la lógica más rigurosa y por otra, en ocasiones, se refiere a realidades diferentes y desconcertantes.
Su capacidad de trabajo es inhumana; está muy por encima de la que es normal en un hombre. Al recibir su título de doctor en Derecho no se ha concentrado únicamente en esos estudios: ha tenido tiempo de escribir GOTZ DE BERLINCHINGEN drama histórico que inyecta vida en la muerta literatura de su tiempo. Goethe se convierte así, en un país culto y desarrollado como era entonces Alemania, en el “papa del arte”, por el enriquecimiento y fuerza que ha dado a esa lengua. A los 21 años ha ganado el prestigio intelectual al que otros grandes escritores arriban a una avanzada edad. Pero lo extraordinario del enriquecimiento literario que Goethe aporta a Alemania es que lo produce Intuitivamente, ya que desconoce los adelantos que sobre esa materia había hecho otro Intelectual de gran valía: Lessing.
WERTHER
Podría pensarse entonces que Gotz de Berlinchingen es sólo un atisbo intuitivo, una obra producto de una maravillosa casualidad, pero ese hombre de sólo 21 años producía un año después; Werther, que amplía de manera definitiva la fama que goza en Alemania. Los Intelectuales sienten un profundo respeto y admiración por su obra. Mas lo que ha escrito Goethe no conmueve sólo a escritores y eruditos; el mismo, Napoleón, cuando lo conoce, le dice; “sois todo un hombre”.
Tiene 26 años de edad cuando el duque de Welmar lo invita como preceptor a su corte. En aquel entonces, el joven Goethe está obsesionado por las potencias naturales del universo y la manera en que éstas actúan sobre el hombre. Sin embargo, abandona repentinamente esa línea de conducta, ¿Acaso teme causar y causarse a sí mismo daños inimaginables? Tal vez, pero el caso es que en la plenitud de su fama y fortuna acepta el cargo. Poco después, en la corte de Welmar, quien domina no es el duque sino Goethe, que impulsa la enseñanza a la vez que abre minas, formula teorías revolucionarias sobre mineralogía, reorganiza el ejército, compone ballets, y a pesar de esa brutal carga de trabajo todavía encuentra tiempo libre para escribir teatro para aficionados, además de actuar en él.
Lee por aquel entonces un libro cada día y publica además una obra cada año. Preso de un ardiente temperamento dedica una parte de su tiempo a una serie interminable de amoríos que poblarán después sus obras de apasionantes personajes.
UN NUEVO HUESO
A los 30 años viaja a Italia y escribe historia y crítica de arte. Estudia anatomía comparada, osteología y biología. Descubre entonces, al observar un cráneo, un nuevo hueso: el intermaxilar, y formula además la teoría de que el cráneo es sólo una vértebra desarrollada. Se lanza a la búsqueda de la flor madre, esto es aquella de la que derivaran todas les demás. Descubre entonces que, a excepción de una parte de las flores llamada estigma, todas las demás son sólo derivaciones de las hojas. Así mismo anota que el hecho de que una planta produzca flores u hojas depende del tipo de alimentación que recibe por sus raíces. Se dedica también a estudiar la teoría de los colores enunciada por Newton y publica un libro en el que rebate a ese coloso de la inteligencia. Dice entonces de manera un poco extraña, que él es el único que conoce la verdad de esta ciencia.
HERMANN Y DOROTEA
La obra que sigue produciendo es extraordinaria tanto por la cantidad como por la calidad. Escribe Hermann y Dorotea, punto culminante de la literatura de su época y logra 1,350 versos en un lapso de nueve días, es decir: ¡escribe 150 versos diarios! En un verdadero arrebato de capacidad creadora compone además baladas, canciones y mucha más poesía.
Llega a los 60 años y comienza a escribir sus memorias. Su retentiva es tal que reconstruye su vida casi día por día. Durante nueve años publica 3 tomos de ella anualmente.
FAUSTO
Cuando parece que Goethe se está acabando, a los 65 años, da a conocer el Diván Oriental y Occidental, que es nada menos que el traslado de la poesía oriental al alemán. De esta manera reafirma su posición de “papa” de la literatura alemana. Después de esto trabaja doce años en el Fausto, una de las obras literarias más importantes de la cultura universal. En esta obra Goethe se propone resumir la literatura de todos los siglos, países y razas; es como un mundo completo de la cultura en el que viven todas las épocas, comarcas, inquietudes y anhelos del ser humano.
EXTRAÑOS SIGNOS EN EL AIRE
El 22 de marzo de 1832, este hombre «traza con el dedo índice unos extraños signos en el aire. Nadie supo qué quiso decir con esto, pues minutos después la muerte paralizaría su cerebro portentoso.
“Las grandes pasiones son enfermedades incurables. Lo que podría curarlas las haría verdaderamente peligrosas.”
-Johann Wolfgang von Goethe
- Revista DUDA, (Abril 21, 1971). Goethe, Revista DUDA, (1:3)