Amanecía la navidad del año de 1642 en la pequeña localidad inglesa de Woolsthorpe cuando nació Isaac Newton, quien al correr de los años llegaría a ser el primer científico elevado al rango de caballero por la reina Ana, como justo premio a sus extraordinarios trabajos en el campo de las física y de las matemáticas. A su muerte, acaecida en 1727, las meticulosas investigaciones realizadas por sus biógrafos en busca de algún antecedente que explicara la aparición de tal portento, casi nada hallaron. Sólo se supo que el padre murió unas semanas antes de nacer el futuro genio, y que la madre era na mujer con inteligencia algo menor a la normal.
Era un niño excepcional
El propio Newton, durante su infancia, nada hizo que anticipara las dotes que asombrarían a sus contemporáneos. Sólo se averiguó que durante cierto tiempo debió usar un cuello especial de cuero para sostener su endeble cabeza. De su época escolar se supo que no parecía ser un estudiante especialmente dotado, hasta que de pronto, como si hubiese recibido un misterioso estímulo, se volvió cada vez más aplicado, causando la consiguiente sorpresa a sus profesores. Uno de ellos diría admirado que el niño “poseía aptitudes verdaderamente excepcionales”.
La gravitación universal
Cuando el joven Newton se gradúa en la Universidad de Cambridge estalla una pavorosa epidemia, la Gran Peste que diezmaría a la población en tres meses. Newton se retira entonces a su casa natal a meditar durante año y medio, y de estas “meditaciones” surgiría la mayor parte de sus descubrimientos, que serían dados a conocer no menos de veinte años después. Fue durante su estancia en el campo que se produjo el célebre episodio de la manzana. Viendo caer esa fruta desde la rama de un árbol, atraída por la tierra, deduce la Ley de la Gravitación Universal, que revolucionaría el viejo concepto de que los planetas son movidos por remolinos, y están envueltos en el impalpable, indemostrable e invisible éter. Y para demostrar la exactitud de sus ideas, crea el cálculo infinitesimal.
Trabajos de óptica
Más tarde, con un juego de prismas de vidrio que adquiere en una feria pueblerina, descubre que en la luz blanca están reunidos todos los colores del arcoiris, que pueden ser descompuestos a voluntad. Sigue adelante con sus
experimentos de óptica, y mediante el pulido de lentes y espejos, idea un nuevo tipo de telescopio, llamado de reflexión, que le abrirá las puerta de la Royal Society cuando aún no cumple treinta años. Sin embargo, el joven sabio parece mostrarse muy reticente en cuanto a dar a conocer sus descubrimientos en este campo.
Las leyes del universo
Edmund Halley, que llegaría a ser un astrónomo renombrado, consulta con Newton en cierta ocasión, en busca de la fórmula que determine la órbita de los cometas. Descubre asombrado que el genio no sólo obtuvo ya la solución al problema, sino que sabe determinar también la masa del Sol y de los planetas, y formuló una ley para calcular su órbita, También demuestra que las mareas se producen por la interacción del Sol y la Luna sobre la Tierra. Pero lo extraordinario del caso es que Newton, al no hallar sobre su mesa de trabajo revuelta los papeles que busca, procede a elaborar de nuevo en unos minutos, ante el perplejo Halley, las fórmulas que éste solicitó.
Y será el propio Halley quien publique las investigaciones de Newton en un libro, el Principae Mathemeticae, que causará en el pensamiento científico mundial un impacto sólo comparable con el que dos siglos más tarde logrará Albert Einstein con su célebre Teoría de la relatividad.
El matemático y filósofo alemán Leibnitz había descubierto por aquel entonces un sistema similar al logrado por Newton. Alguien afirmó que éste había copiado al alemán. Para resolver la controversia, el matemático y físico suizo Jean Bernouilli publicó dos problemas especialmente difíciles, y retó a los dos sabios a hallar la solución en el plazo de un año. Al vencer el plazo, Leibnitz seguía ocupado en el segundo problema. Newton, en cambio, ¡sólo necesitó veinticuatro horas para resolver los dos!
¿Fue Newton un iniciado?
En alguna ocasión, Newton declaró: “Si he subido tan alto es porque fui en hombros de gigantes”. ¿A qué gigantes se refería y en qué sentido pronunció esa frase? Sólo sabemos que durante su vida estuvo íntimamente ligado a los antiguos libros secretos o ignorados. No es de extrañar por ello que en 1946, el físico atómico Da Costa Andrade no vacilara en declarar que Newton perteneció a las sectas de iniciados que poseían los secretos de la alquimia, y que sólo reveló una pequeña parte de sus descubrimientos.
“Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano.”
-Isaac Newton
- Revista DUDA, (Mayo, 1971). Newton: Discípulo de gigantes. Revista DUDA, (1:6)