“Si sirves a la naturaleza, ella te servirá a ti.” – Confucio
Hace muchos años cuando el ser humano convivía con la naturaleza, en sus primeros días en esta tierra como ser pensante, la conexión que tenía con la naturaleza era algo normal, era el modus vivendi, y le tenía un respeto y amor que en la actualidad ya no se tiene.
Entendía, comprendía y vivía de manera pacífica con ella, respetando sus ciclos, tiempos y sabiduría, aprendió a vivir de manera simbiótica con ella y eso lo podemos ver en las antiguas civilizaciones como el antiguo Egipto que sobrevivió durante tantos años a las sequías, pero que conocía perfectamente el ciclo del río Nilo con el cual regaba sus campos y sobrevivía.
Siempre he dicho en lo personal que: “aquel que no conoce el respeto por la naturaleza, será condenado tarde o temprano”.
Por otro lado, he conocido de personas cercanas a mí, relatos y vivencias relacionados con el misterioso poder e influencia de la naturaleza sobre el ser humano, en lugares vírgenes como montañas, volcanes, cascadas, ríos, cenotes, lagos, etc.
Es así, que en pleno siglo XXI existen comunidades alejadas a la civilización que viven en contacto con la naturaleza y en total equilibrio, por el respeto y el conocimiento que tienen de ella y la sabiduría que han obtenido de la misma y han transmitido de generación en generación.
En lo personal, me ha tocado cortar árboles o plantas por razones que son inevitables, pero cierta persona me dijo en algún momento cuando era niño, que cuando fuera a hacer eso y el daño era irreparable, había que hablar con ese ser vivo y pedirle perdón y explicarle el porqué de la acción que iba a hacerse con él. Que cualquier tipo de ser vivo o manifestación de la naturaleza escucha y entiende.
Además, muchas personas me han contado cosas como: que para escalar un volcán o montaña como el pico de Orizaba se le pide permiso al volcán o montaña en cuestión, para evitar accidentes, malestares y terminar la empresa que se propone, y hablo de personas que no son dedicadas al alpinismo, sino rescatistas de la Cruz Roja que me contaron esas historias.
Al igual en Mérida, Yucatán, en el cual viví un tiempo, tuve la suerte de conocer personas que me comentaban que cuando se descubre un cenote se le pide permiso para hacer uso del mismo, ya que se consideran lugares sagrados y vírgenes de la naturaleza.
Esto no es una invención, ni ciencia ficción, sí nos ponemos a investigar las antiguas culturas nos daremos cuenta de que la mayoría vivieron en una relación de equilibrio y respeto con la naturaleza, de la cual incluso sacaron muchos beneficios y obtuvieron mucha sabiduría, aquellos pueblos ancestrales de los cuales apenas el día de hoy queda muy poca evidencia nos cuentan historias asombrosas del contacto humano con la naturaleza y su vida.
Para concluir esta reflexión solamente me queda nombrar un par de ejemplos más sobre este tema, y es que un conocido que se dedicaba a obras de gobierno en comunidades remotas en el estado de Veracruz, México, tuvo una curiosa experiencia: cuando construían una carretera hacia una de estas comunidades, en un último tramo ya llegando a dicha comunidad, se encontraron con que los pueblerinos les impedían terminar la carretera y les pedían de favor que hasta ahí dejaran la construcción sin darles explicaciones. Obviamente, las personas que trabajan para gobierno tienen que terminar y concluir el trabajo porque tienen que entregar resultados. Sin darle tantos detalles, la situación fue la siguiente: el representante de esa comunidad le dijo al ingeniero que tenía a cargo la obra que esa carretera no iba a poder concluirse y en particular ese tramo porque no lo iban a permitir. Los trabajadores y el ingeniero concluyeron que el problema eran los lugareños y que ellos eran los que no iban a permitir la construcción, y en lo que mandaban a traer a las autoridades para mover los bloqueos, tuvieron que esperar un par de noches en las cuales las máquinas como palas mecánicas y aplanadoras quedaron varadas, pero curiosamente de un día para otro amanecían de cabeza, e incluso desaparecían sin dejar rastro alguno. Los trabajadores le echaron la culpa a los lugareños, pero sin tener evidencia alguna e incluso los trabajadores durmiendo a un lado de las máquinas no pudieron determinar quién o qué era lo que movía a estos aparatos enormes y pesados. Después de muchas confrontaciones con los lugareños el representante se animó a hablar y les explicó que el problema era que ese último tramo de la carretera no se podía construir, ya que el terreno donde se iba a construir era un antiguo cementerio prehispánico y que por eso no se iba a permitir la construcción. Sin más, no les quedó más que cambiar la dirección del último tramo y rodear el terreno que pertenecía al antiguo cementerio prehispánico y se pudo concluir la construcción de dicha carretera.
De igual manera existe un caso muy famoso en una carretera en el estado de Yucatán, donde durante su construcción uno de los puentes no podía construirse porque se derrumbaba, y hasta que no hicieron un ritual ancestral y pusieron una estatua pudo concluirse la construcción de dicho puente. Y de estas historias existen muchas más si nos ponemos a investigar.
Y el último ejemplo: es el que nombré anteriormente donde un conocido que trabajó como rescatista de la Cruz Roja le tocó ver y vivir rescates en el pico de Orizaba, en el cual antes de subir la brigada de rescate y que previamente ya le habían enseñado, todos se reunían para pedirle permiso a la montaña o al volcán al cual iban a subir para que pudieran llegar sin problema alguno y que los protegiera durante su empresa. Y así, durante muchos años nunca sufrieron accidentes o problemas alguno durante sus actividades de rescate. Sin embargo, en una ocasión se les unió una persona de origen extranjero la cual no compartió sus creencias incluso se llegó a burlar sobre el ritual que para ese personaje se le hacía exagerado y sin sentido, y hablamos de una persona que también estaba entrenada para subir y tenía los conocimientos de escalar y tratar con ese tipo de climas y terrenos, pero que no quiso hacer el ritual ese día, y curiosamente no llegó ni a la mitad del tramo que necesitaban cubrir para llegar a la atención requerida provocándole un mal de montaña y enfermó repentinamente lo cual hizo que regresara al punto de partida y no concluir la enmienda que tenía.
¿Historias o coincidencias??? Algo de todo esto es real y en lo personal yo sí creo y le tengo respeto a la naturaleza y todas sus manifestaciones.
— G.·. C.·.