Astri Olsdatter desapareció durante cinco días en junio de 1720. Esta niña de 15 años estaba cuidando vacas en el valle de Aadalen, en Noruega, cuando vio a alguien que identificó con su jefe, el granjero Niels Scharud. La aparición de Scharud iba acompañada de una música muy peculiar, que parecía flotar desde las montañas. Después de preguntarle si podía oír esa melodía, el hombre le pidió que dejara el rebaño y lo siguiera.
Dado que era su jefe, Astri no dudó en hacerle caso y enseguida los dos se encontraron en una carretera con una recta muy larga, donde los esperaban cuatro hombres, vestidos con una camisa roja, pantalones negros y medias azules, y con el pelo rubio cubierto por unas «tapas redondas de color negro». Ante la mirada de Astri, el semblante de Scharud cambió hasta asemejarse al de sus captores, y de repente se encontró dentro de una montaña, viendo cómo una gran puerta metálica se cerraba detrás de ella.
La niña empezó a llorar, pero no pasó mucho tiempo hasta que un hombre que se identificó como un sacerdote se acercó para consolarla, animándola a «alegrarse por toda la gloria que podría ver y de la que podría formar parte». Entonces le acercó una taza a los labios y le pidió que bebiera. Astri se negó. Después de que la llevaran a un confortable «sillón», apareció una mujer, que dijo ser la esposa del sacerdote. Con una bandeja en las manos, le ofreció algo de comer, pero la niña se negó una vez más. Entonces, la mujer miró fijamente a Astri a los ojos y, un poco más, tarde, le acercó de nuevo una taza y le rogó que bebiera.
A lo largo de su estancia en ese metálico reino subterráneo, la gente de la montaña le pidió a Astri que comiera o bebiera al menos en ocho ocasiones distintas, y cada vez fue en vano. Esos seres intentaron una gran variedad de trucos diferentes para conseguir que lo hiciera: le prepararon un suculento banquete, se presentaron tomando la apariencia de su madre y su tía…, e incluso le ofrecieron matrimonio y todas sus riquezas si accedía a probar la comida que le ofrecían y a olvidar su anterior vida.
Finalmente, las negativas de la niña hicieron que la gente de la montaña la devolviera a la granja de Scharud, donde la cuidaron hasta que se recuperó. Cuando regresó con sus padres, se sorprendió al descubrir que habían pasado cinco días, ya que ella creía que no habrían pasado más de doce horas. Astri no recordaba haber comido ninguna baya alucinógena ni haber caído dormida antes de tener ese extraño encuentro, y tampoco se le conocía episodio alguno de sonambulismo.
- Cutchin, Joshua, (2016), Un banquete troyano, Conesa, España, Diversa Ediciones EDIPRO, S.C.P.