El más famoso violinista de la historia era un personaje enigmático y misterioso, con poderes que parecían sobrenaturales, Estos eran atribuidos a un pacto que se dice realizó con el mismo diablo.
Nicolás Paganini nació en Génova, Italia, el 27 de octubre de 1782. Su padre fue su primer maestro de violín, pero Nicolás no tardó mucho en superar su habilidad en el instrumento, y lo mismo sucedió con los maestros que le contrato.
Paganini parecía ser un virtuoso innato del violín y la técnica que empleaba para tocarlo inventada por él. De hecho fue una técnica tan complicada y difícil que muchas de las obras para violín que dejó, no han podido ser interpretadas de nuevo todavía, quiero por los más grandes virtuosos del violín en este siglo.
Esta es una de las muchas razones por las que se insiste en que Paganini hizo un pacto con el diablo, para adquirir la habilidad sobrenatural que poseía.
La realidad y la leyenda
Paganini inició su carrera como concertista en 1797. La continuó con éxito creciente durante tres años, pero en 1800 desapareció de los escenarios del mundo y no volvió sino hasta 1805.
¿Qué hizo Paganini en esos cinco años que desapareció de Europa en los que era tan popular y bien acogido?
La versión que se considera como más realista es la que nos dice que estuvo en prisión. Paganini era un hombre de vida disipada, un auténtico libertino que duraba el juego, mujeres y las parrandas. Es posible que se haya metido en algún grave problema por cualquiera de sus vicios y estuviera encarcelado, duda alguna bajo otro nombre.
La versión legendaria es que Nicolás pasó esos cinco años al servicio del Diablo, a cambio de los poderes casi sobrenaturales que le dio para tocar el violín como nadie.
El demonio le concedió que le crecieran las manos en forma descomunal, para que tuviera con ella alcance en las cuerdas que no tenía ningún otro ser humano. Cuentan sus biógrafos, que las manos de Paganini tenían una extensión de la punta del meñique a la punta del pulgar de más de 50 cm, osea, centímetros más de las manos masculinas más grandes.
También se dice que le dio el poder de casi hipnotizar a su auditorio. Asegura que cuando Paganini tocaba, publicó apenas se atrevía a respirar, y lo hacía con gran suavidad. No había quien tosiera, estornudara, hablara o mucho menos, roncar. Cuando Paganini tocaba no se escuchaba otro sonido que el de la música que él producía. El público lo escuchaba muro, móvil, petrificado, como si estuviera bajo su hechizo.
Un virtuosismo sobrenatural
La gente insistía en que Paganini era poseedor de un virtuosismo sobrenatural que no podía haberle sido otorgado a más que por el mismísimo Satanás.
Hacía ganas de eso sin molestia alguna, procuraba poner tan tensas las cuerdas, que una o dos de ellas se reventaban en el curso de un concierto, y él continuaba con su interpretación como si nada hubiera sucedido. Y. Sin importar el número de cuerdas que quedaron en su instrumento, su interpretación era perfecta.
Otro de sus alardes fue en sus propias composiciones. Algunas de las piezas que dejó escritas no han podido ser interpretadas por nadie – ni siquiera por un genio como Yehudi Menuhin-.
Paganini y las mujeres
Otro de los poderes que parecía haberle dado también el diablo era el de conquistador de mujeres.
Paganini era un hombre feo, alto, y desgarbado, ojos pequeños pero de mirada muy penetrante.
Su nariz era demasiado grande y su boca, demasiado delgada. Su vida disipada se reflejaba en su rostro desmarcado y sus grandes ojeras. Y, sin embargo, las mujeres lo adoraba.
La hermana de Napoleón Bonaparte, la princesa María-Elisa Bonaparte Baciocchi, fue su protectora y amante. Con la famosa cantante y bailarina Antonia Bianchi tuvo un hijo, Aquiles, que fue el heredero de la inmensa fortuna de Paganini.
Este tubo docenas de amantes, pero no se casó con ninguna. No hubo mujer que se atreviera a despreciarlo; ejercía sobre ellas el mismo poder petrificador que sobre el público que acudía a sus conciertos. Él era siempre el que la dejaba cuando lo aburrían o había encontrado otro interés amoroso; terminaban bañadas en lágrimas y amenazando con matarse por él.
Sacaba provecho de su mala fama
Pocos artistas en la historia de los espectáculos han sido tan arrogantes cómo se asegura lo era Paganini.
Manejaba a los empresarios como si fueran sus títeres. Todos en Europa y en las islas británicas sabían donde tocaba Paganini no quedaba nunca un asiento vacío. La gente pagaba por oírlo tocar, aunque tuviera que hacerlo de pie en los pasillos, todo en la escalera. Paganini lo sabía también.
Por lo tanto, programar lo que quería y los empresarios se lo pagaban sin chistar. A veces ponía condiciones exageradas, absurdas para tocar en un lugar, y siempre obtenía lo que quería.
Le encantaba que los periódicos salvaran acerca de sus poderes sobrenaturales y del supuesto pacto que tenía con el diablo. Hacía verdaderos esfuerzos por aumentar su forma maligna. Tenía un sentido de la publicidad poco común en los artistas de su tiempo.
Mientras varios de los genios musicales contemporáneos suyos se morían de hambre, Paganini recibir el dinero a manos llenas… No sólo de los empresarios que organizaban sus conciertos, sino también de las mujeres que lo amaban.
Estaba siempre metido en líos de faldas, escándalos amorosos, intendencias de juego… Pero todo eso parecía hacer más excitante su increíble virtuosismo con el violín.
Compositor prolífico
Tan notable violinista Paganini como compositor. La mayor parte de sus obras son para violín. Todas son excelentes y muchas de ellas, excepcionales. Compuso también obras para piano, y como arreglos para violín y piano.
Su obra musical es abundante y tan soberbia, conocedores aseguran que ejerció influencia directa, pues de ellas sobre compositores como Robert Schumann, Franz Liszt, Brahms, Rachmaninoff y Chopin.
En Inglaterra, donde natación por todos los sobrenaturales parte de la idiosincrasia nacional, Paganini era un verdadero ídolo. Especialmente para los ingleses, el compuso lo que llamó “Un encantamiento de Paganini” – composición para piano – al que puso por nombre “El baile de las brujas”.
No pudo comprar la salud
Es evidente que sí Paganini hizo pacto con el diablo, olvidó incluir una larga vida y buena salud.
Sus excesos lo hicieron enfermar en 1838 y tuvo que suspender sus giras de conciertos. Se fue a la costa francesa, con la esperanza de que el aire Marino mejorará su salud. Pero todo fue inútil.
A pesar de ser un hombre tan rico, que podía consultar a los mejores médicos del mundo – cómo lo hizo – y pagar Cuánto tratamientos le recomendará, su salud continúa deteriorándose rápidamente. Murió en Niza el 27 de marzo de 1840, de lo que los médicos diagnosticaron como tuberculosis de laringe.
Con él, el mundo perdió el más grande violinista que haya conocido el género humano. Murió también el primer artista que logró convertirse en leyenda en vida.
“Nadie pregunta si se ha oído a Paganini, si no si se le ha visto.”
-Nicolás Paganini
- Revista CASOS EXTRAORDINARIOS, (20 de octubre, 1973). El violinista diabólico Nicolás Paganini, Revista CASOS EXTRAORDINARIOS, 1:(16) p. 7-9