El campesino que cultivaba en las orillas del Nilo recibía la visita regular del recaudador de impuestos, quien necesitaba del escriba para que nada se le escapara y todos pagaran lo que debían, de lo cual rendía cuentas al visir. Éste era el responsable de hacerse cargo de todo en nombre de su señor, el soberano de la Dos Tierras, el faraón, a quien informaba en profundidad y a diario de lo que sucedía en el país.
Soldados, esclavos, sacerdotes, reinas, madres, estudiantes, embalsamadores, criminales… la sociedad egipcia era un mosaico complejo de hombres, mujeres y niños. El día a día a orillas del río era un ciclo en el que se relacionaban un montón de piezas que de algún modo encajaban las unas con las otras, manteniendo en pie la estructura social de aquellos que vivían bajo la atenta mirada del dios Amón Ra.
José Miguel Parra nos ofrece en este libro una reconstrucción lo más cercana posible a la realidad cotidiana de lo que fue una de las culturas más apasionantes de la historia: la faraónica.
- El campesino. Los frutos de la tierra negra
- El recaudador de impuestos. Al faraón lo que es del faraón
- El escriba. Saber leer, escribir y las cuatro reglas
- El visir. El factótum del monarca
- El faraón. El que mantiene alejado el caos
- El intérprete y mensajero del faraón. Llevando la palabra real
- El extranjero. Viles y cobardes, pero bienvenidos
- El soldado. La continuación de la política por otros medios
- El esclavo. La familia y uno más
- El egipcio de buen pasar. Los problemas de la familia extensa
- El ama de casa. Hijos y más hijos
- El niño. «Tu hijo hará lo mismo para ti»
- El príncipe heredero. A la espera de convertirse en Horus
- El seductor. «Mi corazón, sé firme cada vez que pienso en él»
- La dama del harén. «Adorno del rey» y peligrosa conspiradora
- La reina. El complemento femenino del soberano
- El sacerdote. Haciendo las veces del soberano
- El nomarca. Gobernar las provincias en tiempos de crisis
- El policía. Para mantener la «Maat» en el valle del Nilo
- El presidiario. El justo castigo por romper la «Maat»
- El jefe de expediciones. Los inherentes riesgos de alejarse del Nilo
- El arquitecto real. Los templos son de piedra, los palacios de adobe
- Los constructores de las pirámides. Sillares y más sillares que colocar
- El artesano de Deir al-Medina. Los artífices del Valle de los Reyes
- Los habitantes de Deir al-Medina. Un poblado casi como cualquier otro
- El ciego, el enano… tan válidos como el que más
- El médico. «Una enfermedad que conozco…»
- El anciano. Ciento diez años de vida, la edad perfecta
- El embalsamador. Cadáveres que preservar para la eternidad
- El ladrón de tumbas. Hay que redistribuir la riqueza